¿Quién es Don Manuel?
Don Manuel es quien recibió, a mediados de sus cuarentas, con sorpresa y satisfacción, la noticia de que yo venía en camino, después de 4 hijos y 4 hijas, y 7 años después de haber recibido a la última.
Don Manuel es quien se chutó 1 hora de lloriqueos manejando durante una tormenta, en el serpenteante camino entre Guayabitos y Puerto Vallarta, porque a alguien se le olvidó llevar mi chupón.
Don Manuel es quien aparece en uno de mis primeros recuerdos, cuando tenía 2 o tres años, él llegando a casa de trabajar, yo corriendo a recibirlo y él abriendo los brazos para levantarme sobre su cabeza.
Don Manuel es a quien, a esa edad, yo llamaba "chicorico" (con "r" suave) como un sobrenombre cariñoso.
Don Manuel es quien, en una época apretada, cuando estaba construyendo la casa y vivíamos 9 personas en una casa rentada de 3 recámaras, exprimió su cartera para ir a comprarme una patineta al baratillo, pues era la moda y yo deseaba tanto una! Ese mismo año, le fue imposible lograr que el niño Dios me trajera un Atari.
Don Manuel es quien regresó un día de haber comprado el periódico, y con un nudo en la garganta y ojos llorosos, me dijo que habían atropellado a mi perrito salchicha Bobby, que era mi adoración. Pero también él lo enterró bajo el árbol de guayaba fresa, para que estuviera cerca.
Don Manuel me levantaba temprano cuando estábamos de vacaciones en los bungalows de Guayabitos y caminábamos por la playa juntando conchitas, en lo que llegaban las lanchas de pescadores. Compraba pescado sierra recién salido del mar y desayunábamos filetitos en mantequilla, y luego preparaba grandes cantidades de ceviche para el resto del día.
Don Manuel es quien en su tiempo libre le encantó construir cosas en madera, lijar, clavar, reparar. En mi infancia no recuerdo que en casa se haya contratado alguna vez a un pintor, carpintero, fontanero o electricista. Le encantaba salir de casa... para ir a la ferretería. "Todo fácil" aún es su tienda preferida.
Don Manuel me construyó, entre muchas cosas, escritorios, juguetero en forma de carrusel, centro de cómputo, y, aún ya casada, me hizo lámparas, decoró de madera la puerta de mi primera casa, construyó un mueble de cocina cuando me hizo falta y le hizo a mis niños un juguetero en forma de casa de Snoopy.
Por lo mismo, Don Manuel nos despertaba los fines de semana a las 7 "de la madrugada" con el ruido de la sierra eléctrica, cortando madera para sus trabajos (Aún no entiendo porqué nunca se quejaron los vecinos).
También Don Manuel inundaba la casa con el espantoso olor del barniz para madera, pero lo compensaba cuando la casa olía a las deliciosas empanadas, moñitos y ahualulcos de pan de hojaldre, que él horneaba, iniciando desde la harina, hasta espolvorerarlos de azúcar recién salidos del horno. Don Manuel cantaba "Los Conejos Panaderos" mientras trabajaba en la cocina.
Don Manuel es quien asistió una vez en la secundaria a recoger mis calificaciones, vestido con su ropa de trabajo, manchada de pintura y barniz. Una compañera (recuerdo muy bien quién) lo miró despectivamente de arriba-abajo y luego me miró con una sonrisa entre lástima y burla. Obvio, esa niña, nunca fue mi amiga. Sin embargo, yo era adolescente, así que, aunque en el camino de vuelta a casa Don Manuel no me regañó por los 6's que saqué en la boleta, le pedí a mi mamá que la próxima vez fuera ella (o lo mandara a él arreglado).
Don Manuel fue el chofer que me llevaba y traía a escuelas y mis primeros trabajos. Aún cuando él trabajaba en la carretera de El Salto, se compadecía de mí y me llevaba a mi primer trabajo... en López Mateos y Av. México; y antes de que pudiera comprar mi carro, también me llevaba a la Clínica... en Tonalá.
Don Manuel me transmitió su gusto por la lectura y la escritura. Compartió conmigo las revistas y libros condensados de "Selecciones", y jamás me negó el comprarme material de lectura.
Don Manuel no dice malas palabras, nunca lo oí decirlas, excepto la vez que, empezando yo a manejar, en mi primer carro, se asomó para ver si ya estaba todo en orden conmigo, y por accidente le cerré la puerta sobre su mano. ¡Auch!
Don Manuel no es hombre de deportes, ni siquiera de sillón y TV. Prefería trabajar creativamente, solo. Hasta la fecha, no le halla la gracia al futbol: "¿Cómo pueden 22 hombres hechos y derechos estar peleándose por una pelotita?".
Don Manuel orgullosamente cuenta la anécdota de "¿Esto es boda?" para ilustrar la pobreza, pero también la inocencia de su infancia.
Don Manuel tiene una palabra favorita: "rápidamente". Todo se debe hacer así: Si algo hay que hacer, se hace en ese momento. No hay razón para demorar la acción. Imposible que un desperfecto en la casa durara más de un día. Y así también, "rápidamente" quería entregarme el día de mi boda. Cuando caminaba de su brazo hacia el altar, tuve que detenerlo porque quería ir pisándole los talones a quienes iban delante de nosotros.
Don Manuel es un hombre muy creativo. Rompe esquemas. Hizo una puerta con palitos de paletas. Algo que le gustaba, lo copiaba, pero mejorándolo. Un día, yo estaba platicando con un pretendiente, y Don Manuel salió de su taller para mostrarnos unos zapatos suyos que había pintado de color azul pitufo. Cuando percibí que el susodicho pretendiente lo trató con desdén, supe que ese hombre no era para mí.
Don Manuel no se queja. Nunca. De nada. No le ve caso. En una cena al que lo habían invitado, le sirvieron un platillo que a él no le gustaba. Pensando en que "rápidamente" pasara el "trago amargo", se devoró la comida de inmediato. La anfitriona, al ver esto, se sintió halagada y dijo: "Ah, le gustó mucho! ¡Le voy a servir otro plato!..." (Y por supuesto, Don Manuel también se lo comió). A Don Manuel no le gusta el aguacate. Pero apenas hace poco lo descubrimos. "Nunca me ha gustado", dijo. Y mi mamá puso el grito en el cielo que en 60 años de casados jamás lo había comentado y siempre se lo había comido.
Don Manuel no es un hombre de caricias, cariños, palabras dulces o consejos. Pero su vida es testimonio y ejemplo perfecto de amor, dedicación y trabajo.
Don Manuel no va a dejar herencia en cosas materiales. Nunca ha sido un hombre rico. (De hecho, siempre hemos sido "medio pobres"). Pero cada uno de sus hijos ya recibió lo que le corresponde: Educación. A cada quién en el grado y campo que quiso. Pero su mejor herencia para sus nueve hijos, casi 20 nietos y 6 bisnietos, más quienes vengan en el futuro, que llevamos y llevarán su apellido, está impresa en nuestro ADN: su fuerza de carácter, su empeño, su creatividad, su dedicación a la familia y su enfoque al trabajo. Más nos vale honrarlo adecuadamente, desarrollando estas características y aplicándolas en nuestra propias vidas y familias.
Probablemente cada uno de mis hermanos tenga algo diferente que decir.
Pero para mí, este es Don Manuel.
MI PADRE. Y se me llena la boca y el pecho de orgullo al decirlo.
Gracias Papi, Gracias por todo.
Felicidades en este Día del Padre!
El diario de una mujer que cayó en la cuenta de que no es -ni será nunca- una princesa.
sábado, 18 de junio de 2011
domingo, 5 de junio de 2011
La importancia de llamarse...
"Lo que llamamos "Rosa" exhalaría el mismo grato perfume aún cuando de otra forma se llamase"
William Shakespeare.- Romeo y Julieta
Cada cosa en la vida tiene que tener una palabra para designarla, llamarla o evocarla. La designación del nombre en los humanos es un momento trascendente, porque, salvo algunos casos, ese nombre se conserva durante toda la vida y se convierte en la referencia para la esencia de esa persona.
Para esta muy importante decisión, anteriormente se recurría al santoral, que era una auténtica ruleta donde muchos perdían. No era raro que a pregunta expresa de un lloroso niño, la excusa de la madre era: "Es que naciste el día de San Herculano". Cómo olvidar también el clásico nombre "Aniv De la Rev" de los que nacían el 20 de Noviembre.
Se supone que esos sacrificos de nomenclatura, generadores de burlas y lástimas, eran con el fin de honrar a los santos y consagrarles a los bebés para que quedaran bajo su protección el resto de su vida. Si esto siguiera así, ahora resulta que los padres "encargamos" a los bebés a los artistas de moda, deportistas y personajes de novelas.
Eso me recuerda al sacerdote de la iglesia de mi infancia, (otra vez voy a hacer referencia a un sacerdote... van a pensar que soy cucarachita de iglesia! Jajaja), que por cierto, se llamaba Loreto, era muy estricto y se tomaba muy en serio lo de los nombres. ¡Pobre de quien le tocara que le bautizara a sus hijos! En plena ceremonia, cuando ya traía en la mano la conchita llena de agua bendita, preguntaba: "¿Qué nombre le van a poner?" Y si le contestaban con algún apelativo que él considerara demasiado exótico (que en aquel entonces podría ser Karla, Erika o Alan), exclamaba: "¡Ese no es un nombre cristiano! ¡Se llamará María! (O José/Jesús si era niño). Y antes de que nadie pudiera reaccionar, dejaba caer el agua en la cabecita del nuevo cristiano, con el consiguiente berrinche de papás y padrinos, y el desmadre documental para el niño, porque su acta civil de nacimiento quedaba con el nombre elegido por los padres, y su fe de bautismo con el nombre que se le había ocurrido al sacerdote en ese momento.
¿Que pensaría el padre Loreto de la pareja que le puso a su hija "Like" en honor al botón del Facebook? O de mi amigo, que pensaba que le había costado demasiado trabajo estudiar, y para evitarles "tanto sufrimiento" a sus hijos, dijo que les iba a poner como primer nombre un título. Así, desde pequeños, les dirían "Ingeniero Gómez" o "Licenciada Gómez", evitándoles el paso por la universidad... ¿muy listo, no?
Hace algunas semanas atendí a una señora que pedía informes del Colegio donde trabajo. Al pedirle su nombre para el registro de prospectos, me dijo: "Aparecida G....." Yo pensé que me estaba choreando, sobre todo porque su apellido es como el "Fantasmita amistoso" de las caricaturas, o del rey mago que empieza con G, con terminación "ini". No lo pongo completo porque resultó ser cierto. En días pasados fue a hacer los trámites para ingresar a su hija en el colegio. Quedó en el sistema: "Nombre de la Mamá: Aparecida G.....ini". No me quedé con las ganas y le pregunté. Me dijo que era de origen brasileño, pero que le había provocado muchos problemas en México, ya que no la tomaban en serio... ¿No la toman en serio en el país del doble sentido y de los chistes de todo? Que raro! (sarcasmo)
Pero volviendo a la intensión de honrar a santos, abuelos, parientes, artistas o deportistas en los nombres de los niños, recuerdo también que cuando yo trabajaba en las clínicas del IMSS, tenía que llamar por su nombre a las personas que atendería. Muchas veces me encontré con señores y señoras, grandes de edad, con esos nombres de santos "de antes": Pantaleón, Emeterio, Aquilina, Cornelio, Epigmenia, etc. Pero también no faltaron los pequeñitos cuyas mamás eran fans de Beverly Hills 90210 y entonces desfilaban los Brandons, Dillans, Brendas y Kellys. Vaya, ¡hasta un Beckman iba a atenderse al IMSS!
El asunto es que, de acuerdo a sus características físicas, a los señores Emeterios y Epigmenias, les quedaban muy bien sus nombres, cosa que no sucedía con los muy prietitos Brandons y Kellys. Si en esas seguimos, creo que no faltarán pronto los Harry Potters, Wolverines, y pequeñas Lady Gaguitas o hasta Chicharitos!
¿Pero quién soy yo para criticar, si me llamo como las "estrellas juveniles" (de aquel entonces) Claudia Islas y Verónica Castro??
William Shakespeare.- Romeo y Julieta
Cada cosa en la vida tiene que tener una palabra para designarla, llamarla o evocarla. La designación del nombre en los humanos es un momento trascendente, porque, salvo algunos casos, ese nombre se conserva durante toda la vida y se convierte en la referencia para la esencia de esa persona.
Para esta muy importante decisión, anteriormente se recurría al santoral, que era una auténtica ruleta donde muchos perdían. No era raro que a pregunta expresa de un lloroso niño, la excusa de la madre era: "Es que naciste el día de San Herculano". Cómo olvidar también el clásico nombre "Aniv De la Rev" de los que nacían el 20 de Noviembre.
Se supone que esos sacrificos de nomenclatura, generadores de burlas y lástimas, eran con el fin de honrar a los santos y consagrarles a los bebés para que quedaran bajo su protección el resto de su vida. Si esto siguiera así, ahora resulta que los padres "encargamos" a los bebés a los artistas de moda, deportistas y personajes de novelas.
Eso me recuerda al sacerdote de la iglesia de mi infancia, (otra vez voy a hacer referencia a un sacerdote... van a pensar que soy cucarachita de iglesia! Jajaja), que por cierto, se llamaba Loreto, era muy estricto y se tomaba muy en serio lo de los nombres. ¡Pobre de quien le tocara que le bautizara a sus hijos! En plena ceremonia, cuando ya traía en la mano la conchita llena de agua bendita, preguntaba: "¿Qué nombre le van a poner?" Y si le contestaban con algún apelativo que él considerara demasiado exótico (que en aquel entonces podría ser Karla, Erika o Alan), exclamaba: "¡Ese no es un nombre cristiano! ¡Se llamará María! (O José/Jesús si era niño). Y antes de que nadie pudiera reaccionar, dejaba caer el agua en la cabecita del nuevo cristiano, con el consiguiente berrinche de papás y padrinos, y el desmadre documental para el niño, porque su acta civil de nacimiento quedaba con el nombre elegido por los padres, y su fe de bautismo con el nombre que se le había ocurrido al sacerdote en ese momento.
¿Que pensaría el padre Loreto de la pareja que le puso a su hija "Like" en honor al botón del Facebook? O de mi amigo, que pensaba que le había costado demasiado trabajo estudiar, y para evitarles "tanto sufrimiento" a sus hijos, dijo que les iba a poner como primer nombre un título. Así, desde pequeños, les dirían "Ingeniero Gómez" o "Licenciada Gómez", evitándoles el paso por la universidad... ¿muy listo, no?
Hace algunas semanas atendí a una señora que pedía informes del Colegio donde trabajo. Al pedirle su nombre para el registro de prospectos, me dijo: "Aparecida G....." Yo pensé que me estaba choreando, sobre todo porque su apellido es como el "Fantasmita amistoso" de las caricaturas, o del rey mago que empieza con G, con terminación "ini". No lo pongo completo porque resultó ser cierto. En días pasados fue a hacer los trámites para ingresar a su hija en el colegio. Quedó en el sistema: "Nombre de la Mamá: Aparecida G.....ini". No me quedé con las ganas y le pregunté. Me dijo que era de origen brasileño, pero que le había provocado muchos problemas en México, ya que no la tomaban en serio... ¿No la toman en serio en el país del doble sentido y de los chistes de todo? Que raro! (sarcasmo)
Pero volviendo a la intensión de honrar a santos, abuelos, parientes, artistas o deportistas en los nombres de los niños, recuerdo también que cuando yo trabajaba en las clínicas del IMSS, tenía que llamar por su nombre a las personas que atendería. Muchas veces me encontré con señores y señoras, grandes de edad, con esos nombres de santos "de antes": Pantaleón, Emeterio, Aquilina, Cornelio, Epigmenia, etc. Pero también no faltaron los pequeñitos cuyas mamás eran fans de Beverly Hills 90210 y entonces desfilaban los Brandons, Dillans, Brendas y Kellys. Vaya, ¡hasta un Beckman iba a atenderse al IMSS!
El asunto es que, de acuerdo a sus características físicas, a los señores Emeterios y Epigmenias, les quedaban muy bien sus nombres, cosa que no sucedía con los muy prietitos Brandons y Kellys. Si en esas seguimos, creo que no faltarán pronto los Harry Potters, Wolverines, y pequeñas Lady Gaguitas o hasta Chicharitos!
¿Pero quién soy yo para criticar, si me llamo como las "estrellas juveniles" (de aquel entonces) Claudia Islas y Verónica Castro??
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